Recuerdo hace casi 3 años, como si fuera hoy, en esos últimos tiempos verte y sentirte padecer todos los malestares físicos que te aquejaban y con tal sólo 20 años recién cumplidos.
Estabas preocupada y angustiada, al igual que yo. Lo desesperante por desconocer los motivos tras semanas de visitar guardias médicas o especialistas, dado que no se trataba de un sólo síntoma, sino de diversos que impedían pudieras disfrutar de la vida.
Pero una serie de hechos consecutivos te impulsaron en ese momento a tomar lo que para mi fue hasta ahora «La Mejor Decisión de Tu Vida»
Un día, el menos pensado, me dijiste: «Papá me voy del país, en 15 días viajo», me voy con mi novio, a quien le salió una oportunidad laboral y quiero acompañarlo. De repente todo lo que supuestamente parecía estructurado y armonioso ya no lo era.
En esos momentos recuerdo faltaban pocos días para festejar junto a ella mi cumpleaños. Mi cabeza era un caos, nadie sabía con certeza que sucedería, como le iría o como se sentiría a esa edad tan alejada de su país y afectos, pero su emoción por zarpar en búsqueda de nuevos desafíos resultaba contagiosa y emocionante.
A través de ello es que percibo me fue transmitiendo eso que sentía profundamente, esa imperiosa necesidad de desatarse, de un cambio profundo, era la oportunidad que ella consideró más sana, vital y esperanzadora, aunque no supiera que le deparara el destino… se lanzo valientemente a ese descubrir.
Si, fue una noticia muy difícil de digerir para mi, pero se trataba de ella y un comenzar a darle vida a eso que sentía profundamente y que la impulsaba a tomar la decisión de irse.
Que más que irse era un repensarse e intentar descubrir desde ella, buscar e ir encontrando algo auténtico que se vislumbraba y ya sin el contexto que la mantenía aprisionada, con esa sensación de ahogo, que al parecer le generaban esos síntomas.
Hoy cuando dialogamos, me emociona sentirla y escucharla pensar, como va reconociendo cuales podrían haber sido las causales de sus malestares físicos, a modo de hipótesis por ejemplo;
Esa sensación asfixiante quizás haya sido la que provocó que su cuerpo no soportara más y de manera intuitiva – sensitiva comenzó a escuchar eso que le salía por los poros y pedía a gritos un cambio, y que no sería un cambio cualquiera y mucho menos considerar el viaje como la solución definitiva sino, un comenzar a despertar de un sueño profundo y percibir que la vida podía tratarse de algo más digno.
En los primeros tiempos desde España y ahora Italia nos vamos hablando, nos emocionamos, pero mucho más nos sorprendemos que ya nos somos los mismos, hemos crecido, sobre todo ella, que en tan poco tiempo ha venido descubriendo quizás lo que para mi y, para tantos otros, nos puede llevarnos años en darnos cuenta;
Que no sólo se trata de crecer y evolucionar desde lo económico, ese parámetro social que hasta ahora nos hacen creer que Somos según lo que tenemos o hayamos alcanzado, pero acá se trataría de un ir despertando una mente más profunda, con otros parámetros evolutivos más humanos.
Que nos permita observar-percibir intuitivamente tantas otras opciones de una realidad que desconocemos, pero que no sería mirando para afuera como hacemos habitualmente y que por la cotidianidad solemos omitir.. sino que estaría en nosotros.
Sería intentar escuchar – captar sensitivamente cuando nuestros cuerpos nos hablan, en cada una de las relaciones que establecemos sea en; el amor, familiares, amistades, laborales u cualquier otra para socializar, cada una de ellas como van impactando notablemente en nuestras vidas cotidianas a favor o en contra, y allí es donde entra en juego nuestra salud y esta posibilidad de despertarnos.
En ese contexto hoy me comenta emocionada, como en este transcurso del tiempo fue descubriendo cuales podrían haber sido algunos de los motivos que fueron provocando sus interminables variedad de síntomas, y como ese pedido de auxilio de su cuerpo (síntomas) jugó y juega un papel muy importante a la hora de tomar decisiones de manera intuitiva y sensitiva.
Desde que se fue del país, ha notado como fueron desapareciendo esos interminables malestares que la aquejaban y angustiaban a diario, hoy emocionada disfruta y lo recuerda como algo anecdótico, pero reconoce que fue necesario escuchar su cuerpo ante situaciones que por lo general omitimos y como ello se va agravando.
Hoy ya no tiene esos síntomas, quizás aparezcan otros, pero bien diferenciados y discriminados los saludables de los que no lo son, como si el tamiz de la sensibilidad de su cuerpo le fuese anticipando o alertando ante cada situación y así ir procesando y pensando desde otra perspectiva.
Otro de los hipotéticos aprendizajes; no quedarnos simplemente con los síntomas sino; que nos quiere decir eso que ebulle desde los más profundo de nuestros cuerpos y que tendría que ver por «Cómo nos relacionamos y pensamos a diario».
Intensas señales que emite nuestro cuerpo, en determinados momentos – si lo sabemos escuchar, para que nos movamos de alguna situación, pensarnos sensitiva-corporalmente, así tomar mejores decisiones, aunque ellas en un principio hasta nos parezcan alocadas.
Si, la pienso lejos desde lo geográfico, pero con otros parámetros de distancias, desde hace más de dos años la siento cada vez más cerca, descubriéndonos el uno con el otro, como cuando era muy pequeña y se quedaba dormida en mi pecho, sintiéndonos y compartiendo nuestro intenso latir juntos.
Ahora se encuentra felizmente casada, disfrutando ante cada nuevo desafío que le va deparando el destino, y como la sensación de incertidumbre comienza también a ser parte esencial de ese inédito proceso, que requiere de cierta valentía.
Proceso que comenzamos desde aquel entonces a descubrir juntos, y luego ella lo fuera pensando por si misma, lo que hoy planteamos a modos de hipótesis; darnos cuenta en algún momento, de esa imperiosa necesidad de poner en pausa nuestra cabeza, repensarnos desde nuestra sensibilidad corporal, que nuestro cuerpo así nos pueda ir alertando ante lo sano o insalubre de la vida cotidiana.
Darnos la posibilidad de ir descubriendo las infinitas posibilidades adormecidas que están nosotros a la espera de ser develadas, jugarnos por lo que sentimos profundamente, que la valentía sea la chispa que vaya encendiendo la llama de la pasión que nos impulse a tomar mejores decisiones.
Gracias a mi hija Florencia, fuimos logrando juntos y casi sin darnos cuenta este artículo cobrara vida, y así compartirlo para que cualquier otra persona se anime e intente sacar fuerzas para moverse de la situación que se encuentre atravesando y también descubra esa vital posibilidad que sea La Mejor Decisión de Tu Vida.
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